archivo

Archivo de la etiqueta: gominos

¿Qué es una madre?

Una madre es alguien que lucha por sus hijos, por encima de todas las cosas. 

Alguien que los protege debajo de sus alas desde que salen del caparazón y durante toda la vida, incluso cuando han dejado de ser polluelos y han emprendido el vuelo. 
Es alguien que se seguirá poniendo nerviosa cada vez que cojas un coche para ponerte en carretera, que te seguirá diciendo que no comas pan, que luego no comes, para luego corregirse diciendo que tampoco importa si, total, en el fondo todo alimenta. Alguien que te dirá durante toda tu vida, tengas la edad que tengas, que te abrigues bien antes de salir, porque hace frío. Y que te peinará las cejas con las manos, o te colocara las solapas de la chaqueta.

Una madre es alguien que se tapa los ojos viendo sangre en una película, pero que, en cuanto su hijo se hace medio rasguño, corre a curarlo y a darle consuelo, sin que le tiemblen las piernas. 

Una madre es esa persona que ve a sus niños como lo más bonito de este mundo, sean flacos, gordos, altos, bajos, guapos o feos.

Una madre es…una Madre.

Por todo eso, y por muchas más cosas, gracias mamá! 

Feliz día!

M

  

Buenas noches de miércoles lluviosos,

No acostumbro a postear de noche, porque supongo que tendréis cosas mejores que hacer a estas horas que leerme, pero la inspiración ha venido a mí sin comerlo ni beberlo. Y os tenéis que aguantar, que por eso me queréis.

Pero tranquilos, porque no os voy a robar más que unos pocos minutos. Tan solo una breve entrada, más visual que textual, para enseñaros unos cuadernos re-bonicos que cada día me chiflan más y más.

Para poneros en contexto, he de confesaros que, desde pequeña, soy una tarada de la papelería: cuadernos, bolis, folios de colores, rotuladores, post-it, etc. Nunca era suficiente. No había emoción mayor que entrar a la papelería que estaba al lado de mi casa, recién salida del cole, y babear observando la cantidad de chuminadas -uso este calificativo a pesar de que a mi querida Lugrís, cuando lo lea, se le van a abrir las entrañas- que plagaban las estanterías.

Yo era feliz portadora de esa repelencia de apuntes de clase con letra inmaculada, bien redondita, cada cosa en su sitio, plagados de colores, cada uno asignado escrupulosamente a un cometido. No había guión sin sentido, ni subtítulo sin título previo. Todo controlado. Esa era yo.

Era repelente a la hora de cogerlos (experimentaba un auténtico placer al pasarlos a limpio. Con calma, deleitándome y recreándome en la construcción de una auténtica obra de arte papelística), pero encantadora y prestamista a los más vagos de la clase, que conste.

No me enrollo más. La marca es Paper Blanks, y seguro que a muchos os suenan porque los venden en El Corte Inglés, tienen un córner reservado, generalmente junto al de Moleskine. Hay de todas clases, tamaños y diseños. Diarios, agendas, libretas de direcciones…Ideales para regalar o regalarse.

BlankPapers1BlankPapers3

BlankPapers4PaperBlanks18

BlankPapers2BlankPapers17

BlankPapers5 BlankPapers6 BlankPapers7 BlankPapers8 BlankPapers9 BlankPapers10 BlankPapers11 BlankPapers BlankPapers13 BlankPapers14 BlankPapers15 BlankPapers16

Echadle una ojeada a la web y deleiratos con la gran variedad que tienen.

Buenas noches a todos!

Sí, es lunes. Sí, ya se ha acabado la Semana Santa. Pero que no cunda el pánico, os voy a dar 10 maneras infalibles de superar el lunes y que parezca hasta fácil.

1. Piensa en tus próximas vacaciones. Siempre. Ponte esa meta mental. Es básico para pasar el síndrome de abstinencia.

2. Ponte guap@. Píntate el ojo, estrena algo, ponte esa camiseta que marca tu esculpido cuerpo. Y si no lo tienes esculpido, no pasa nada, póntela igual.

3. Compra lotería. Semanalmente. Y piensa que en cualquier momento te va a tocar.

4. Haz deporte. Si lo haces habitualmente, innova o dale un empujón a la rutina que practicas. Si no lo haces, ¡empieza! Sal a correr, es barato y encima te pones moreno.

5. Tómate unas cañas en una terraza al sol. 

6. Sal a tomar el aire a mediodía. Interrumpe un rato tu jornada de trabajo y sal a respirar.

7. Piensa en toda esa gente de tu oficina a la que no soportas. Y piensa que suficiente tienen con aguantarse ellos mismos, mientras tú te caes más que bien.

8. Piensa en positivo. Sonríe. Quítale hierro al asunto. Piensa en que, gracias a que estás ahí sentado tecleando, estás ganando dinerito que te va a permitir volver a irte de vacaciones.

9. Llama a tus padres. Pídeles que te recuerden lo maravilloso, lo guapo y lo bien que lo hicieron cuando te parieron.

10. Piensa en que ya quedan unas horas menos para que llegue el viernes. ¡Comienza la cuenta atrás!

Reloj_Arena

Que no cunda el pánico. Semana corta para los que trabajamos, y semana larga para los que disfrutan de unas amplias vacaciones de Semana Santa.

Hoy quiero compartir con vosotros una carta que me ha parecido súper interesante.

Para poneros en antecedentes: la noche de Reyes de este año descubrí en la tienda del Vips de Heron City -me pirran las tiendas de los Vips, porque puedes encontrar libros con descuentos increíbles- un libro que me llamó poderosamente la atención y que no puede evitar llevarme conmigo. Se trata de ‘Cartas Memorables. Curiosas y divertidas, reveladoras y trascendentes. Más de cien misivas de gente anónima y personajes célebres de la Historia’, recopiladas por Shaun Usher.

En sus más de páginas puedes encontrar misivas de todo tipo, peculiares, extravagantes, profundas, enternecedoras. Desde la carta de un Fidel Castro adolescente al presidente Roosevelt, pidiéndole un billete de 10$, hasta la de Patrick Hitler, sobrino del susodicho, ofreciendo sus servicios al Ejército de los EEUU.

Una de ellas, que acabo de leer y que me ha dado qué pensar, es la que escribió el escritor Hunter S. Thompson a su amigo Hume Logan, en respuesta a su petición de consejo vital.

Es un poco larga, pero creo que merece la pena que la leáis, porque el mensaje y el trasfondo es realmente bueno.

22 de abril, 1958

57 Perry Street

Nueva York

Querido Hume:

Pides consejo: ¡ah, qué humana y peligrosa es esa costumbre! Aconsejar a un hombre que pregunta qué hacer con su vida implica algo muy cercano a la egomanía. Pretender orientar a un hombre hacia la meta correcta y definitiva, señalar con un dedo tembloroso la BUENA dirección, es una tarea que sólo un tonto puede arrogarse.

Yo no soy tonto, pero respeto la sinceridad con que me solicitas consejo. Te pido, sin embargo, que al escucharme recuerdes que un consejo ha de ser por fuerza producto del hombre que lo da. Lo que uno considera cierto puede ser desastroso para otro. Yo no veo la vida con tus ojos, ni tú con los míos. Si me propusiera darte algún consejo específico, me parecería demasiado a un ciego empeñado en guiar a otro ciego.

“Ser o no ser: he aquí la cuestión. ¿Es más noble encajar las hondas y flechas de del injusto infortunio? ¿O alzar los brazos contra el mar de calamidades…?”

(Shakespeare)

Y, efectivamente, ésa ES la cuestión: flotar con la marea o nadar hacia nuestra meta. Es una elección a la que, en algún momento de nuestras vidas, todos nos hemos de enfrentar, ya sea de modo consciente o inconsciente. ¡Hay tan poca gente que lo entienda! Piensa en cualquier decisión que hayas tomado que tuviera alguna relevancia para tu futuro. Tal vez me equivoque, pero me parece imposible que no implicara una elección por muy indirecta que fuese entre las dos opciones que he mencionado: flotar o nadar.

Ahora bien, ¿Por qué no flotar cuando no se tiene una meta? Eso es otro asunto. Es indiscutiblemente mejor disfrutar mientras flotas que nadar en plena incertidumbre. Entonces, ¿qué hace un hombre para encontrar una meta? No un castillo en el aire, sino algo real y tangible. ¿Cómo puede el hombre asegurarse de que no anda tras una gran montaña de caramelos, tras esa seductora meta de caramelo que apenas tiene sabor y carece por completo de sustancia?

La respuesta y, en cierto sentido, la tragedia de la vida es que nos esforzamos por entender la meta, no al hombre. Establecemos una meta que nos exige ciertas cosas: luego las hacemos. Nos adaptamos a las exigencias de un concepto que NO PUEDE ser válido. Supongamos que de pequeño querías ser bombero. Me parece razonablemente inequívoco afirmar que ahora ya no lo quieres. ¿Por qué? Porque tu perspectiva ha cambiado. El que ha cambiado no es el bombero, sino tú. Cada hombre es la suma total de sus reacciones a la experiencia. A medida que tus experiencias difieren y se multiplican, te conviertes en un hombre distinto y, en consecuencia, cambia tu perspectiva. Así ocurre una y otra vez. Cada reacción implica un proceso de aprendizaje; cada experiencia significativa altera tu perspectiva.

Así que adaptar nuestras vidas a las exigencias de una meta que cada día percibimos desde un ángulo distinto parece estúpido, ¿no? ¿Cómo podríamos esperar cualquier logro que no fuese una mera neurosis galopante?

La respuesta, entonces, no ha de referirse para nada a las metas, o en cualquier caso a las metas tangibles. Harían falta ríos de tinta para desarrollar este asunto en su plenitud. Sólo Dios sabe cuántos libros se han escrito sobre el “sentido del hombre” y cosas por el estilo, y sólo Dios sabe cuánta gente ha cavilado sobre ese asunto. (Uso la expresión “sólo Dios sabe” meramente como tal.) No tiene mucho sentido que yo intente resumírtelo en una de esas cápsulas proverbiales, pues soy el primero en admitir mi absoluta falta de cualificación para condensar el significado de la vida en uno o dos párrafos.

Me voy a desviar para apartarme de la palabra “existencialismo”, pero podrías tenerla en cuenta como una especie de clave. También podrías probar con algo llamado “El ser y la nada”, de Jean-Paul Sartre, y otra cosita titulada: “Existencialismo; de Dostoievski a Sartre.” Son meras sugerencias. Si estás genuinamente satisfecho con lo que eres y lo que haces, harás bien en esquivar esos libros. (No despertemos a la fiera.) Pero volvamos a la respuesta. Como decía, poner nuestra fe en las metas tangibles parece, cuando menos, imprudente. Así que no luchamos para ser bomberos, ni policías, ni médicos. LUCHAMOS PARA SER NOSOTROS MISMOS.

Pero no me interpretes mal. No quiero decir que no podamos SER bomberos, banqueros o médicos, sino que hemos de lograr que la meta se adapte al individuo en vez de obligar al individuo a adaptarse a la meta. En todo hombre se combinan la herencia y el ambiente para producir una criatura dotada de ciertas capacidades y deseos; eso incluye una necesidad profunda de funcionar de tal modo que su vida adquiera SENTIDO.  Un hombre ha de SER alguien; ha de importar.

Así, a mi modo de ver, la fórmula sería más o menos como sigue: un hombre debe escoger el camino que permita el funcionamiento de sus capacidades con la mayor eficacia para la gratificación de sus deseos. Si lo consigue, satisfará la necesidad (pues obtendrá una identidad al seguir un patrón establecido para alcanzar una meta establecida), evitará la frustración de su potencial (pues habrá escogido un camino que no ponga límites a su pleno desarrollo) y se librará del terror de ver cómo languidece su meta, o cómo va perdiendo el encanto a medida que él se acerca (pues en vez de forzarse a cumplir con las exigencias de aquello que persigue, habrá procurado que la meta se adapte a sus capacidades y deseos).

En resumen, no habrá dedicado su vida a alcanzar una meta previamente definida, sino que habrá escogido un modo de vida con la CERTEZA de disfrutarlo. La meta es absolutamente secundaria. Lo que de verdad importa es cómo funcionamos para alcanzarla. Y parece casi ridículo decir que un hombre DEBE encontrar un funcionamiento que se adapte a su elección; pues permitir que sea otro quien defina tus metas equivale a renunciar a uno de los aspectos más significativos de la vida: el acto definitivo de voluntad que convierte a un hombre en individuo.

Supongamos que crees tener ocho caminos distintos a escoger (todos ellos previamente establecidos, por descontado). Y supongamos que no le ves un sentido real a ninguno de los ocho. ENTONCES –y aquí se condensa la esencia de todo lo dicho anteriormente- DEBES ENCONTRAR UN NOVENO CAMINO.

Naturalmente, no es tan fácil como suena. Has tenido una vida relativamente estrecha, una existencia más vertical que horizontal. Por eso no es difícil entender que te sientas así. Pero el hombre que pospone la tarea de ESCOGER se verá obligado a aceptar, de modo inevitable, que las circunstancias escojan por él.

Entonces, si te encuentras hoy entre los desencantados, no tienes más remedio que aceptar las cosas como son, o ponerte a buscar algo distinto en serio. Pero cuídate mucho de buscar una meta. Busca una manera de vivir. Decide cómo quieres vivir y luego averigua cómo puedes ganarte la vida DENTRO de esa manera de vivir. Pero tú mismo me has dicho “No sé dónde buscar; no sé qué buscar.”

Y ahora viene el punto crucial. ¿Merece la pena renunciar a lo que tengo para buscar algo mejor? No lo sé. ¿A ti te lo parece? ¿Quién puede decidirlo, sino tú mismo? Sin embargo, la mera DECISIÓN DE BUSCAR ya supone un gran avance hacia la elección final.

Si no me obligo a parar, acabaré escribiendo un libro. Espero que no te resulte tan confuso como parece a primera vista. No olvides, por supuesto, que ésta es MI MANERA de ver las cosas. La verdad es que me parece que se aplica a términos bastante comunes, aunque puede ser que no opines lo mismo. Cada cual ha de fundar su credo: resulta que éste es el mío.

Si te parece que alguna parte del mismo carece de sentido, no dudes en señalármelo. No pretendo mandarte en una expedición en busca del Valhalla, sino resaltar que no hay ninguna obligación de aceptar las opciones que la vida te ha dado hasta ahora. Hay más cosas: nadie tiene la OBLIGACIÓN de pasarse el resto de su vida haciendo lo que no desea hacer. Sin embargo, una vez más, si terminas haciéndolo, asegúrate por todos los medios posibles de convencerte de que TENÍAS que hacerlo. Te sentirás muy acompañado.

Y eso es todo de momento. Aquí estoy, hasta que vuelva a saber de ti,

tu amigo,

Hunter

Ahí lo dejo. A por el martes.

gündoğumu zinde hareketler

Vale. Lo tengo. Os traigo un bombazo que creo que os va a gustar. Mucho.

Os voy a poner en antecedentes con una situación súper cotidiana: vais en el metro, camino del trabajo, y utilizáis ese rato de tiempo ‘muerto’ en echar un vistazo a vuestro móvil. Revisáis vuestro perfil de Facebook, vuestro timeline de Twitter, contestáis a unos cuantos WhatsApp desatendidos o le echáis una ojeada a la home de vuestro periódico preferido. En el transcurso de todas esas cosas, y en la mayor parte de los soportes por los que os encontráis navegando, a no ser que seáis tan maquiavélicos como para tener desactivada la publi, se os cuelan miles de impactos publicitarios de marcas de todo tipo. Os interesen o no.

Banners de todas las formas, colores, tamaños y sabores compiten los unos con los otros para tratar de ganar tu atención y, si es posible, tu click. Es más, hay veces que te sientes objeto de cierta manía persecutoria: ¿por qué esos zapatos marrones de tacón que estuve cotilleando hace algunos días y que finalmente descarté comprar porque no se ajustaban a mis necesidades, o a mi presupuesto, o a las dos cosas, me persiguen día tras día, navegue por donde navegue, sin desistir en su empeño? ¿Por qué si en este momento no me interesa en absoluto ver publicidad de ninguna marca, o de esa marca en concreto que tanto me repatea, no paran de acosarme con sus anuncios? En ocasiones, hasta llega a cabrear, sobre todo cuando el dichoso banner te ocupa la totalidad de la pantalla, tapando el contenido que en realidad sí que te interesa, y no hay manera ni de quitarlo ni de minimizarlo, porque por más que intentas ampliar la pantalla y atinar en la dichosa aspa de cierre, no atinas. Es más, haces click sin querer en alguna parte y se abre otra publi más grande o, peor, te saca de la página y te abre otra distinta.

AAAAAAARRRRRRRGGGGGGG!!!

¿A qué os sentís identificados con esta situación que os he contado? Seguro que os ha pasado más de una vez y de dos.

Bien. Pues no puedo aseguraros que esto no vuelva a pasaros más. Ya lo siento. Pero sí que puedo daros una alternativa que, por primera vez , piensa en el usuario, en sus gustos, en sus preferencias y, sobre todo, le pide permiso sobre su disponibilidad antes de servirle una publicidad.

Es más, no es que le pida permiso, es que deja que sea el usuario el que tome la iniciativa y el que decida cuándo quiere ver publi online, qué publi quiere ver y cuánto tiempo dispone para ello. Y eso no es lo mejor. Lo mejor es que, por cada publi visualizada – conforme a unos criterios que os cuento más adelante – recompensa al usuario ingresándole saldo en una especie de wallet virtual.Y es ese saldo se transformará en dinerito contante y sonante que cada usuario podrá transferir a su cuenta corriente. Como lo oís.

Y ahora, si no me he equivocado con el interés y expectación que creo que este notición puede produciros, querréis que os cuente con todo detalle cómo se llama esta alternativa y cómo podéis acceder a ella. Es un proceso fácil, sencillo y alcance de cualquiera que tenga un móvil…Con sistema Android, por el momento.

Se trata de Fairtime, la primera app que permite a los usuarios vender su tiempo libre sobrante a cambio de dinero, o, si tienes un espíritu generoso y altruista, puedes donar tus ganancias a un proyecto solidario, haciendo una especie de micro-voluntariado desde tu smartphone.

Fairtime_logo

¿Que necesitas para ello? Lo primero, lo evidente: un móvil con conexión a Internet. Lo segundo, entrar en Google Play y descargarte Fairtime. Se prevee que esté disponible para IOS antes del mes de junio. No preocuparse, que yo os avisaré en cuanto tenga noticia de ello. Mientras tanto, solo podrán disfrutar de ella los usuarios de Android.

Bien, continúo. Descárgatela y rellena el formulario (algo extenso pero muy sencillo) que te aparecerá inmediatamente. Pero ojo, no lo percibas como el típico formulario coñazo e inútil. Todo lo contrario: gracias a este formulario, podrás decir cómo eres y qué te gusta, y eso servirá para crearte un perfil y que te ofrezcan la publi que más se ajuste a él, de manera que ni tú pierdas el tiempo en atender anuncios que ni te van ni te vienen, ni las marcas anunciantes pierdan tiempo ni dinero en ofertarse a usuarios para los que no son ni van a ser relevantes. En este paso se te dará también la opción de que vincules una cuenta bancaria en la que se te ingresará el dinero correspondiente. No hace falta que lo hagas en ese momento si no quieres. Una vez que hayas acumulado 10€, tendrás la opción de ordenar una transferencia a tu cuenta. Sin más. Así de fácil.

Formulario relleno, el siguiente paso que se te pedirá es que señales cuánto tiempo disponible tienes: 3 min, 5 min o 10 min. También podrás especificar, si lo deseas, si te interesa algo en concreto. Una vez hecho esto, la app te presentará una lista de marcas con contenidos que son afines a tus intereses, con un breve resumen descriptivo y el precio que están dispuestos a pagarte por interactuar con él.

Tú escoges entonces el contenido que te interesa y comienza la experiencia: visualizarás un vídeo breve donde la marca te hará una oferta relevante y de valor. Después de ese vídeo, te aparecerá un segundo cuestionario, esta vez escueto, donde será la marca la que se dirija a ti para hacerte una serie de preguntas, seguramente relacionadas con lo que acabas de ver, o para pedirte alguna opinión adicional, recomendación o similar.

Es necesario que completes estos dos pasos -visionado íntegro del vídeo y respuesta al cuestionario- para que se considere que has cumplido con tu parte y se proceda a hacerte el ingreso. Fin, así de fácil. Existe la posibilidad de que, después de este punto, la marca te ofrezca algo más, pero:

1. No será obligatorio que lo cumplas para recibir el pago. Recuerda, solo se te exige el visionado del vídeo y la respuesta al cuestionario. El resto depende solo de ti y es tu elección. Sin trampa ni cartón.

2. Si aceptas, el primer contacto de la marca contigo será siempre a través de la app, en el buzón de correo que tendrás asociado a tu perfil. Ni correos electrónicos a tu email personal, ni llamadas de teléfono ni ninguna otra intromisión en tu vida. Y esto es muy importante, porque todos los datos que declares dentro de la app, tanto en el cuestionario de configuración de la cuenta como en los de las marcas, son anónimos y no recogen tus datos personales. Son únicamente para cualificar la base de datos y asegurar que la experiencia es satisfactoria para todos. Si resulta que la oferta posterior que te hace la marca te interesa, irás a su web y ya interactuarás con ella. En ese punto, ya fuera de Fairtime, las reglas vuelven a ser las habituales y si decides proporcionar a la marca tus datos de contacto, contactarán contigo por las vías tradicionales, con nombre y apellidos. Pero, insisto, esto será ya a tu elección y bajo tu consentimiento.

Dicho esto, y si también sois tan maquiavélicos como para pensar que podéis pasaros el día viendo publi y llenando la buchaca, jubilaros y dedicaros a sacar pasta con esto, frenad. La app tiene un sistema antifraude que limita la visualización de anuncios por el mismo usuario en el día y otra serie de controles varios que tratarán de evitar que cualquier intención de uso maligna o que contradiga el foco principal de este proyecto se salga con la suya.

Y para redondear la jugada, e impulsar el lanzamiento y la nueva experiencia, Fairtime sorteará un Samsung S6 Edge entre las mil primeras personas que emitan una valoración de la app en la PlayStore.

En resumen, buen contenido, retribución por tu tiempo libre y la posibilidad de ganar un smartphone de última generación. ¿Suena bien, no?

Ya solo me queda deciros que podéis bajaros Fairtime aquí o, si aún no estáis muy convencidos y necesitáis informaros un poco más sobre de qué va la historia, podéis bichear en la web, haciendo click aquí.

Según termino de escribir estas líneas, voy camino del trabajo, en el metro. Os dejo, porque quiero probar Fairtime por primera vez y, ya de paso, sacarme algún dinerillo. Feliz miércoles a todos.

IMG_0751

Papá. Qué palabra tan cortita, pero cuánto contiene en su interior y qué significado tan grande tiene. Papá. Ese hombre al que comenzaste a idolatrar en el mismísimo momento en el que fuiste por primera vez consciente de que existía. Ese hombre al que siempre has considerado un ser imbatible, entero, completo. Ese hombre que lleva toda tu santa vida desviviéndose por ti y con el ojo bien puesto en cada paso que das, pendiente de si hay alguna caída, para ir corriendo a recogerte. Ese hombre que te provoca, irremediablemente, una sonrisa de oreja a oreja cuando piensas en él. ¡Feliz día de San José, papá! image